No siempre el que arriesga gana

Saber aceptar la derrota, o simplemente el no-triunfo. Haber perdido todo aquello por lo que has estado luchando, por lo que te has entregado por completo. Ver como en una milésima de segundo las cosas cambian, cambian hasta llegar a todo lo contrario de lo que eran, y ves como aquello que habías conseguido se desvanece a la vez que tu sufrimiento comienza a surgir.

En este triángulo ahora él tiene la sartén por el mango, y tú ya no tienes nada que hacer. Pero eso ya no te importa, sólo quieres su felicidad, que ella esté bien, que la cuiden, y das todo por ello aún sabiendo que no vas a ser tú el que la va a poder hacer feliz todos los días, sino él. Pero aún así eso te da igual, has hecho todo lo que estaba en tu mano; pero debes de saber que a veces en la vida hay que elegir, porque no se puede tener todo, ni pretender la felicidad de todos.

Ahora yo sólo te deseo suerte, porque eres genial, y lo has demostrado con creces. No siempre conseguimos lo que no proponemos, y esta vez lo has podido comprobar, aunque después de todo creo que no te arrepentirás de nada de lo que has hecho, porque aunque haya sido por poco tiempo, tú también la has hecho feliz.