Quizás sólo este disgustada conmigo misma por el hecho de que mi propio yo me oculta mis deseos. Me he convertido en una marioneta cuyos hilos maneja mi inconsciencia.
No saber qué quiero, cuando lo quiero, ni por qué, me descoloca, descoloca a todos los que están a mi alrededor.
El miedo me abraza y me encierra en esta habitación vacía. Las únicas vistas que alcanzo a ver son los rayos de luz que ya comienzan a entrar por esos resquicios que la persiana olvidó cerrar. Esa luminosidad ya me indica un nuevo día, el fin de mis confusiones y el privilegio de ser la dueña y directora de mis sueños.
Lindo blog :)
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